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Mi nombre es Karen Panecatl y desde 2015 fui diagnosticada con esclerosis múltiple. Naturalmente en ese momento sentí que el mundo se me venía abajo; las expectativas y experiencias que yo conocía acerca de esta enfermedad no eran nada prometedoras y creía que mi mejor pronóstico sería aspirar a no empeorar tan rápido. Sentía mucho miedo al pensar que mi cuerpo ya no haría otra cosa más que seguirse deteriorando, “esto es lo mejor que vas a llegar a estar” pensaba constantemente.

Mis primeros dos brotes (que ocurren cuando las células de la medula espinal y el cerebro se empiezan a atacar entre sí) se dieron en menos de dos meses, los cuales me dejaron sin poder mover la pierna derecha y problemas en las dos manos, así como problemas de sensibilidad en el cuerpo en general. Cosas tan simples como subir una escalera o bañarme suponían ya un esfuerzo enorme.

Mentiría al decir que fue un proceso rápido y fácil el que me ayudó a seguir adelante, ya que una de las primeras cosas que uno pierde al enfermarse es la voluntad y la confianza en uno mismo; “como vas a poder enfrentar tus problemas por muy sencillos que parezcan cuando incluso tu cuerpo  parece haberse puesto en tu contra”. Sin embargo, una vez que decidí que haría todo lo que estuviera en mis manos para poder mejorar, las cosas cambiaron para bien. El factor clave para mi recuperación fue el ejercicio constante; Qi Gong y Kung Fu. Fue entonces cuando entendí de verdad la frase  “El movimiento es vida»